domingo, 18 de mayo de 2008

MI CRÓNICA


NOTA DE INVESTIGACIÓN: “MUJERES QUE PUEDEN HABLAR”


Cuatro mujeres, Giselle, Ana, Inés y Laura y un objetivo, que otras mujeres puedan contar sus historias, sus dificultades y dramas en un espacio distinto, donde tienen la palabra.


Escucho esa voz…

Caminaba hacia la Universidad de Quilmes, estaba citada a una charla del departamento de cultura y lo primero que escuché al acercarme fue a una mujer hablando de un proyecto en una escuela, me interesó ya que yo trabajo en una. El proyecto era de narración, la enseñanza a adolescentes de bajos recursos en una villa de Solano. Por lo que llegué a escuchar hacía un año que habían empezado y lo que contaban eran los logros obtenidos con dicho trabajo. Dan por finalizada la charla los demás integrantes del proyecto, y me acerco a saludar a Mabel Coutada, la directora de la secretaría de cultura, ella a su vez me presenta a la señora Giselle Rataus. Quedamos en hablar en otra oportunidad para proyectar algo juntas en la escuela y me da sus datos. Pasaron un par de meses hasta tener novedades de aquella mujer. La propuesta era fabulosa dar un día de narración oral a los alumnos de la escuela a la que concurro, se preparó un trabajo con todos para que pasemos un buen momento entre cuentos, historias y vivencias diferentes. Todo fué un éxito. Así nació una relación de amistad y el gusto compartido por la lectura y la escritura de historias propias.
Unos meses más tarde la llamo para juntarnos, en la casa no contestaban, después de dos intentos contesta el celular, escucho una voz rara, como preocupada, le pregunto que pasa, nada me dice estoy en la Trinidad, a mi marido lo están operando, tuvo un accidente, ¿pero decime que pasa? –me dice. Quería hacerte una entrevista, en ese momento confirma el lugar y la hora. Me sorprendió

Giselle

¡Tenés que estudiar!- decía papá. Ellos eran profesionales ¿y cómo su hija no iba a tener un título universitario? Estudié ciencias exactas y me recibí de Licenciada en Ciencias Químicas, trabajé de eso durante años, me casé, tuve dos hijos, y cuando me quedé sin empleo porque el laboratorio cerró, comencé a buscar algo que me haga bien, así encontré la narración, sin querer, sin darme cuenta. Entre talleres de aquí y de allá, seminarios y encuentros, nació el amor por las historias, por los cuentos, el contarlos como cuando éramos pequeños. Parece raro pero cuando yo le leo a mi madre el primer cuento que escribo, me dice _te equivocaste, tenías que haber elegido letras vos… No, no me equivoqué, le contesto. Siempre hice lo que quise, estudié lo que quise, ejercí lo que quise. Yo sigo leyendo artículos de ciencia hasta hoy. Son períodos de la vida que van cambiando, tengo otra mirada a los que estudian letras. Formo parte de un grupo que se dedica al trabajo de género, “Mujeres que tienen algo para contar”. Somos cuatro, una socióloga, una licenciada en letras, una ingeniera en sistemas y yo autodidacta. El tema que estamos tratando es el de violencia familiar. En unos de estos encuentros conocí a Inés, una amiga que sería inseparable en el futuro. Ella, de apellido Grimland argentina naturalizada, nació en Ucrania, pero fué boliviana hasta hace 3 años. Me interesó esto del proyecto, soy una mujer dije y por ahí tengo algo que contar, me dirijo con Giselle al lugar de encuentro, la casa de Inés

Inés
Nos sentamos juntas hasta el momento en que llegue el resto, el lugar es muy acogedor y ella toda una señora. - Nací el 24 de enero de 1946-dice, soy Licenciada en Sociología, Psicóloga Social y Mediadora. Actriz y Cuentacuentos, Cuentera, que le dicen. De eso vivo, de contar historias. También soy docente de Narración Oral en el CC Rojas, doy talleres y seminarios de humor. Empecé a estudiar narración oral en un momento muy difícil de mi vida, me estaba divorciando y toda la vida que yo creía iba a ser para siempre explotó. Hasta hace más o menos 3 años seguí fabricando y vendiendo ropa de bebé, trabajo en el que estuve más de 30 años de mi vida, y luego decidí que había terminado con todo lo anterior. Liquidé la fábrica, cerré el negocio, vendí el auto y me dediqué a contar cuentos.
-¿Te queda tiempo para hacer algo más?
Trabajo también con adultos mayores en la resignificación y revalorización de historias personales. Escribo historias desde hace muchos años y el poder contarlas me ayudó a salir adelante y a rehacer mi vida. Y ahora, encima, me pagan por hacerlo. Me di cuenta de que contar ayudaba a vivir mejor, y luego, desde la práctica, empecé a indagar en la teoría y a construir el marco teórico de mi trabajo. Me sirve un café y sigue -con las chicas empezamos un camino en común, trabajando con la temática de género, cada una desde su lugar y posición, hasta que nos juntamos y empezamos a caminar juntas una parte del camino.

El proyecto

Una reunión de mujeres que necesitan un espacio para contar que les pasa, es otra manera de hacerlo. Se creó teniendo en cuenta el alto número de mujeres víctimas de malos tratos en toda América Latina, basta ver las estadísticas de los últimos años. Es necesario y hasta indispensable deslegitimar la violencia sobre las mujeres en todas las dimensiones de su identidad, de género, de clase, de edad, de política.
Es preocupante que todavía en el siglo XXI se sufra la discriminación y la violencia verbal o física por razones de sexo; es realmente aberrante ya que vulnera derechos humanos como la igualdad y dignidad entre la mujer y el hombre.
La violencia de género es un problema social derivado de una educación basada en la desigualdad, donde unas personas han sido consideradas superiores a otras sólo por su sexo.
La mujer es un pilar importante en la comunidad latinoamericana. No es sólo madre, esposa y ama de casa; ahora también es presidente, alcaldesa, ministro, chofer, albañil, contable... está capacitada para desempeñar cualquier puesto de trabajo.
La valorización positiva del género femenino en su historicidad y de cada mujer como aceptación de sí misma es un hecho constitutivo de una voluntad concreta de cambio y el principio del camino que llevará a una sociedad mejor.[1]

En este espacio se le da la oportunidad a otras mujeres, de hablar de aquello que les produce temor, que fuera de ese ámbito es innombrable, prohibido, tratan de crear conciencia de los problemas, vivir enfrentando prejuicios que son impuestos culturalmente, enseñar a establecer lazos con otras mujeres a través del afecto, el respeto y el compañerismo. Las alternativas en la historia no son binarias. En consecuencia, es conveniente aclarar que no se desea inventar un mundo de patriarcas derrotados por “súper-mujeres”, sino la posibilidad de intervenir en los procesos de transformación socio-cultural, de ser hombres y mujeres capaces de inventar futuros y vivir presentes democratizados por deseos afines y esfuerzos compartidos, a partir del respeto a la semejanza y a la diferencia en libertad, así como a la integridad de cada quien.
Ya éramos tres en el departamento y de repente se abre la puerta, con una sonrisa en cada rostro entran Ana Hidalgo y Laura Dipollito, se unen a nosotras y entre café y otras infusiones seguimos con las historias.

Ana

Soy Ana Ximena Hidalgo Castellano, un poco largo, ¿no? Aunque la edad las mujeres no la dicen, yo todavía puedo, tengo 32 años, soy venezolana, ingeniera en informática y lo que nos trajo acá, la narración oral. Soy narradora. Conocí a Inés en Chile, en una ocasión en que ella fue a narrar a Santiago. En ese momento yo vivía en Santiago de Chile. Cuando me vine a vivir a la Argentina, conversamos mucho sobre la visión que cada una tenía acerca del oficio. Inés conocía a Giselle y a Laura por separado y sintió que las 4 compartíamos las mismas inquietudes y la misma visión. Se le ocurrió presentarnos a unas con otras y así fue como conocí a Laura y a Giselle.
Un delirante día de verano, a inicios del año 2007, nos juntamos las 4 en la casa de Inés. Después de tener referencias unas de otras, conversamos para confirmar lo que sabíamos: que teníamos visiones parecidas acerca de lo que significa contar cuentos y compartíamos también expectativas de lo que queríamos hacer en el futuro con este oficio. Decidimos aunar esfuerzos y formar un equipo para trabajar: la Red de mujeres que tienen algo para contar. Coincidimos en darle importancia a la temática de género y nos planteamos como objetivo:
"realizar espectáculos de narración oral, talleres y jornadas de reflexión para indagar acerca de las problemáticas de género y proponer una sociedad en la que las mujeres y los hombres tengamos en la práctica los mismos derechos, en la que no existan privilegios por pertenecer a uno u otro sexo."
¿Cómo llegás al mundo de la narración? Hasta ahora no todas llegaron de la misma manera por lo que veo. - No sé si decir que yo llegué al mundo de la narración o si el mundo de la narración llegó a mi. Yo aprendí mi primer cuento porque estaba enmarcado dentro de un montaje teatral en el que yo participaba. Durante prácticamente toda mi vida universitaria pertenecí al grupo de teatro del Decanato de Ciencia y Tecnología de la universidad donde estudié y también organizaba "tardes culturales". Cuando alguno de los invitados las tardes culturales (generalmente cantantes) se demoraba en llegar o cuando por algún problema técnico era necesario demorar el comienzo, yo contaba ese único cuento que me sabía para entretener a la audiencia. Comenzaron a invitarme a contar cuentos en otros decanatos, por lo que fue necesario ampliar el repertorio. Después me llamaban para contar en escuelas y actos culturales de diversa índole. Cuando me llegó mi primera invitación a un festival, me di cuenta de que, sin proponérmelo, me había convertido en una cuenta cuentos. Y le llega el turno a la que falta, la cuarta integrante del proyecto.


Laura

Bueno, yo soy de acá de Buenos Aires, de La Plata, también narradora y profesora en Letras. Cofundadora de la Cátedra de Narración Oral en la Universidad Nacional de La Plata. Mi fuerte era la investigación y el empleo de la Narración Oral como estrategia pedagógica. Trabajo actualmente en la aplicación de la Narración Oral como estrategia alternativa en la resolución de conflictos en escuelas con problemas de violencia. Y como las chicas formo parte de esta “RED”
“Hemos representado al país en festivales de Narración Oral en Colombia, México, Cuba, Estados Unidos y Bolivia, narrando y ofreciendo talleres a grupos diversos”. Esta unión se dió por algo y creo que juntas formamos un lazo realmente fuerte que sirve para que muchas otras mujeres formen el suyo

La despedida

Es la hora de que lleguen las participantes, se organizan, acomodan cosas, arman el escenario donde va a desarrollarse el momento de la vida narrada. Me alejo de a poco, para no incomodar y solo veo de lejos. Por lo visto cada una sabe cual es el papel que le toca. Se ubican estratégicamente como si eso ya estuviera establecido de algún modo. Las edades son muy dispares, pero parece no influir. Giselle es la primera en empezar con un relato de su niñez, ahí se entrecruzan historias que cada una saca a la luz. Le hago señas a Ana y le tiró un beso, voy hacia la puerta tratando de no hacer ruido, las mujeres están en su mundo y las historias surgen como un manantial. Cierro la puerta y prometo volver para ser yo una de ellas, me quedé con ganas de poder contar algo mío. Tal vez sea en otra ocasión.