miércoles, 25 de febrero de 2009

LA TV



LA TELEVISIÓN ha revolucionado el campo de las comunicaciones. Por medio de ésta, la gente puede observar en detalle cosas que están ocurriendo en su propio vecindario, o en países a miles de kilómetros de distancia. La cámara de televisión ha penetrado hasta en las profundidades del espacio sideral.
En los Estados Unidos del 95 al 98 por ciento de la gente tiene un televisor, lo cual coloca la TV delante del teléfono como un medio de comunicación. Un informe publicado muestra que el norteamericano medio pasa aproximadamente diecisiete horas por semana enfrente del televisor.
El educador Dr. S. I. Hayakawa recalcó: "Los mensajes en televisión, con palabras reforzadas con música, fotografías y acción, recibidos en una habitación oscura y repetidos vez tras vez, son las comunicaciones más eficaces que jamás se han soltado en el mundo."
La televisión puede ser provechosa
No hay duda de que un medio de comunicación tan eficaz y fácilmente accesible tiene un potencial enorme para beneficiar a la humanidad. Puede familiarizar al espectador con el pensar, el modo de vivir y las circunstancias que afectan a sus congéneres en lugares distantes.
La televisión también ha hecho disponibles algunos programas de entretenimiento edificante. En la intimidad de su hogar una persona puede disfrutar de un drama de Shakespeare, de la ópera del Metropolitan, de ballets y conciertos. En Inglaterra se produce una serie de televisión que puede disfrutarse con sonido o sin él. Cuando los actores se hablan los unos a los otros (lo cual rara vez sucede) también emplean el lenguaje mudo. Esto hace disponible un programa entretenido e instructivo tanto para la gente que puede oír como para la que no puede oír.
El campo de la educación se ha beneficiado grandemente de la televisión. Esta hace disponible una variedad de material instructivo con plena vista del maestro y de cualquier experimento de ilustración visual que él pueda proveer. Uno puede aprender acerca de matemáticas, otras ciencias, habilidades domésticas básicas, idiomas y muchas otras cosas en la televisión educativa. Muchos disfrutan de "ensayos visuales" que aúnan una excelente vista de interpretaciones en vivo en artes como la música o el baile con comentarios por un experto en la materia. Algunos países emplean la TV para reducir su porcentaje de analfabetos. Los países en desarrollo han hallado que es un instrumento eficaz para entrenar a las personas para trabajos donde no hay suficientes maestros capacitados. Y las presentaciones se pueden almacenar en cintas de video.
Los espectadores jóvenes frecuentemente pueden hablar inteligentemente de temas que las generaciones de antes de la televisión ni siquiera soñaron; y en el caso de niños muy jóvenes, la TV puede contribuir a aumentar el vocabulario, aunque en los jóvenes mayores tiene el efecto opuesto.
Pero la televisión meramente es un medio de comunicación. El que personalmente lo beneficie a uno depende de la clase de programas que uno mire. Se han alzado muchas voces en protesta de la mala calidad de muchos de los programas de TV. En los Estados Unidos se ha criticado a la televisión por "alimentar el común denominador más bajo en el gusto público."
Materialismo e inmoralidad sexual
Muchas de las cosas que aparecen en la televisión crean en el espectador el deseo de obtener cosas materiales que quizás tengan poco valor práctico. En relación con esto L. E. Sissman, escribiendo para The Atlantic de febrero de 1974, se refiere a "los repugnantes espectáculos de juegos . . . que muestran la ilusoria recompensa" a los participantes "y nos hacen [a los televidentes] estremecer con el deseo vicario de recibir el premio."
Muchos de los anuncios se diseñan para que la gente desee cosas que no necesita, que no puede darse el lujo de tener, o que en realidad no difieren de otros productos que ya tiene. Y piense en el efecto de los anuncios que hacen que los niños ansíen una alimentación constante de bizcochos, galletitas, refrescos y cereales azucarados.
La tendencia de la televisión hacia la "nueva moral" es algo que descorazona. Los asombrados espectadores han visto presentaciones que tratan de la homosexualidad y el lesbianismo. En las estaciones del Sistema Público de Difusión aparecieron personas completamente desnudas. Los espectáculos de comedia frecuentemente presentan humor de mal tono. ¿Y qué hay acerca de las "novelas sentimentales"? El folleto TV and the New Morality señala: "Las diurnas telenovelas sentimentales tratan francamente con el adulterio y como al descuido muestran parejas solteras juntas en cama."
Estos programas quizás pinten la inmoralidad sexual como una vía de escape para evitar las frustraciones de una relación matrimonial debilitada. Un espectador desprevenido fácilmente podría identificarse con los personajes representados y buscar soluciones similares a sus propios problemas. Cuán imprudente sería exponerse a esos peligros en vista de la declarada posición de Dios sobre la inmoralidad sexual como se halla, por ejemplo en 1 Corintios 6:9, 10: ¡"No se equivoquen: ningún fornicador, . . . ni los que son culpables de adulterio o de perversión homosexual, . . . poseerán el reino de Dios"!—The New English Bible.
Por supuesto, no todos los programas de televisión son de esta clase indeseable. Y cuando aparece algo ofensivo en la pantalla, uno tiene la libertad de cambiar a otro canal, o de apagar su televisor. La clase de espectáculos que uno mira principalmente depende de uno mismo. Si elige bien, la televisión puede beneficiarlo.
Su efecto en las relaciones humanas
Hemos visto que la televisión puede traer acontecimientos y personas muy distantes al interior del hogar. También puede reunir a la familia para que se sienten a mirar un programa favorito. Por lo tanto, ¿ejerce la TV una fuerza unificadora sobre la gente? ¿Contribuye a una vida de familia más estrechamente entrelazada? Puede hacerlo, pero frecuentemente la TV produce resultados contrarios.
En el pasado cuando una persona deseaba enterarse de acontecimientos de importancia local o mundial, tenía que conseguir esa información comunicándose directamente con otras personas. Los amigos se reunían alrededor del pozo de la aldea o de la tienda de ramos generales para un intercambio de noticias y opiniones. Pero con la televisión, la gente puede obtener la misma información sin preocuparse de sus vecinos. Si se descuidan, pueden dejar que la televisión anule sus incentivos de comunicarse con otros. Un escritor habló de los televidentes como "auditorios-islas anónimos, recientemente separados los unos de los otros."
¿Puede ocurrir lo mismo dentro del círculo familiar? Bueno, ¿se benefician por lo general los miembros de la familia de la asociación mutua mientras miran la televisión? ¿Hace el solo hecho de que estén sentados cerca el uno del otro que se edifique un sentimiento de unidad? Un artículo intitulado: "La vida de familia en los Estados Unidos," señala:
"Los miembros de la familia no se entretienen los unos a los otros cuando la familia mira la televisión; de hecho, muy frecuentemente la persona que mira un programa de TV ignora a todos los demás miembros presentes de la familia. La TV es un entretenimiento unidireccional que no implica ningún esfuerzo de parte de la familia."
Pero el mirar la televisión con la familia no tiene por qué resultar de ese modo. Se pueden tomar medidas para asegurarse de que la televisión no abrirá brechas entre los miembros de la familia. Por ejemplo, a la hora de las comidas, no es prudente que las familias permitan que el televisor les robe la oportunidad de disfrutar de la conversación. Dice el escritor y productor de televisión Norman S. Morris:
"Sea que los adultos escojan comer separados de los niños o no, el televisor no se debería prender. La hora de la comida debe ser un tiempo agradable; provee la oportunidad perfecta para que los miembros de la familia se comuniquen los unos con los otros. El sentimiento de unidad que proveen las horas de la comida es muy importante para la salud mental de la unidad familiar."
Además el ser selectivo en lo que uno mira ayuda a mantener abiertas las líneas de comunicación. Si las familias incluyen programas de interés educativo, la televisión puede servir como un trampolín para ensanchar la comunicación. Los programas que demuestran cómo preparar una sabrosa comida, o cómo hacer o reparar cosas pueden llevar a una animada y saludable consideración de la actividad familiar. Norman Morris escribe: "A veces el más grande poder de la televisión se libera después de haberse apagado el televisor."
El problema de la violencia en la TV
Lo que algunas personas consideran el efecto más nocivo de muchos de los programas de televisión es su énfasis en la violencia. Algunos programas presentan actos de violencia cada pocos minutos; y esto puede continuar durante todo el día, hora tras hora. En un período de diez años el espectador medio puede ver extinguir unas 10.000 vidas. Esto tiene que producir un efecto adverso.
Por ejemplo, el año pasado apareció en la TV una película en la cual se mostraba a unos adolescentes prendiéndole fuego a unas personas desamparadas tan solo por la "emoción." Poco tiempo después un grupo de jóvenes obligó a una mujer en Boston a rociarse con gasolina y entonces la quemaron viva. Durante el mismo mes tres muchachos en Miami fueron acusados de homicidio en primer grado por el mismo crimen cometido en esa ciudad en contra de un desamparado.
Anteriormente en el mismo año una película en televisión comenzó con el asesinato a cuchilladas de dos jovencitas. "Dos semanas más tarde," dice un artículo que apareció en TV Guide del 2 de febrero de 1974, "un joven de diecisiete años de edad de Atlanta admitió haber matado a una joven en una reconstrucción planeada [del crimen]." Un caso similar sucedió la primavera pasada cuando un joven británico de dieciséis años de edad mató a puntapiés a un viejo imitando una película de televisión. La autora del supracitado artículo, Jean Davison, explica:
"Al confesar su homicidio, estos dos asesinos mostraron poca emoción. La mayoría de los científicos que tratan la conducta creen que observar la violencia no solo hace más agresivas a las personas normales y anormales, sino que la investigación también indica que tiende a hacer a la gente insensible a la violencia cometida por otros."
La televisión y los niños
Los jóvenes, aunque quizás se beneficien de algunos programas, son presa especial de los malos espectáculos de TV. Una razón de esto es la cantidad de tiempo que pasan frente al televisor. Desde la edad de seis años hasta los dieciséis años algunos niños dedican 12.000 horas o más a mirar televisión (aproximadamente tres horas por día). Eso es tanto tiempo como el que muchos jóvenes dedican a la escuela. Algunos pasan casi el doble de esa cantidad de tiempo mirando televisión.
Otro problema es que los niños muy jóvenes creen lo que ven en la TV; no distinguen entre la realidad y el mundo de la ficción. Los jóvenes también tienen dificultad en relacionar los acontecimientos con el contexto. Por ejemplo, ¿cómo son afectados cuando ven al "muchacho bueno" hacer algo malo? Un código que se adoptó en la Gran Bretaña para disminuir la violencia en la televisión especifica: "Los hombres buenos que hacen cosas malas para lograr un propósito bueno suministran un mensaje malo a los jovencitos."
Un niño que mira la televisión varias horas al día ve una considerable cantidad de violencia. Puesto que los niños son imitadores natos, esto puede representar un fuerte incentivo hasta para niños "normales" a duplicar lo que ven. El Dr. Robert M. Liebert, un psicólogo de niños, señala: "Aun niños perfectamente normales imitan la conducta antisocial que ven en la televisión, no por malicia sino por curiosidad."
Algunos objetan, diciendo que solo un pequeño porcentaje de niños reacciona de este modo a la violencia en TV. ¿No tiene eso importancia? En 1972, el Dr. Jesse L. Steinfeld, el entonces director general de sanidad de los Estados Unidos, declaró:
"Lo más importante aquí, es que se ha demostrado que hay una relación causativa entre ver violencia en la TV y el subsiguiente comportamiento. Y yo pienso que carece de importancia argumentar si la cantidad es 10 ó 20 ó 30 por ciento. Tenemos una población grande, y si el 10 por ciento de 20 millones de niños se hacen agresivos y . . . antisociales, eso es demasiado."
Es cierto que la violencia ha sido parte de la experiencia humana durante los milenios de la existencia del hombre; esto no se le puede ocultar a los niños. Pero los padres que están alerta comprenden que no sirve ningún buen propósito el permitir a los jóvenes absorber horas de salvajismo cada día. Los que creen en la Biblia pueden explicar a sus hijos que la beligerancia y la violencia están estrechamente relacionadas con los deseos sensuales y egoístas cuando éstos no se controlan. (Sant. 4:1-3) También, pueden señalar, que el hombre nunca solucionará sus problemas por medios violentos, porque "la ira del hombre no obra la justicia de Dios." (Sant. 1:20) Dios mismo actuará para librar a la Tierra de la violencia y de los que la causan.—Dan. 2:44; 2 Tes. 1:6-8.
Está claro que la televisión, aunque tiene un gran potencial para hacer el bien, puede ser una amenaza donde hay una falta de autorestricción. Un peligro insospechado es que su fácil disponibilidad al hacer girar un interruptor puede hacer que muchos despilfarren grandes cantidades de tiempo enfrente del aparato de TV. Aunque un poco de diversión o entretenimiento es provechoso, demasiado frecuentemente tiene un efecto nocivo.
En un artículo especial que analiza el impacto de la televisión, la revista Life del 10 de septiembre de 1971, declaró: "Uno de cada cuatro espectadores ‘se siente culpable’ por el tiempo que dedica a mirar TV." Sin duda lo que contribuye al sentimiento de culpa es el hecho de que muchos hurtan para la televisión el tiempo que tendrían para hacer tareas domésticas, deberes, u otras actividades necesarias.
Algunos, al ser privados de la TV, han experimentado "síntomas psicológicos de la abstención." El psicólogo Henner Ertel declaró lo siguiente: "Con la gente que la mira con regularidad, muchos patrones de comportamiento están tan estrechamente relacionados con la TV que si se les quita el televisor son influidos negativamente. El problema es el de la afición." Ciertamente uno no quiere que ésta sea su experiencia con la TV.
La televisión es un medio de información, educación y entretenimiento que puede beneficiarlo a uno y a su familia. Pero, sea cuidadoso, no permita que lo domine a usted. Seleccione bien lo que mira; asegúrese de que ayuda, y de que no estorba la unidad de la familia. Y regule cuidadosamente la cantidad de tiempo que se dedica a la TV. Así el impacto de la TV en su vida podrá traerle beneficios.

NIÑOS PADRES!!!!!!



"Cuando ella dijo: ‘Voy a tener a tu hijo’, me quedé atónito. ¿Quién lo iba a cuidar? Yo no estaba en condiciones de mantener una familia. Tenía ganas de huir."—Jim.
"TODOS los años —dice un informe del Instituto Alan Guttmacher—, casi un millón de adolescentes [...] quedan embarazadas." Y "el 78% de ellas dan a luz fuera del matrimonio".
En el pasado, los hombres se sentían obligados a responsabilizarse de los niños que engendraban. Pero según el libro Teenage Fathers (Padres adolescentes), "los embarazos extramatrimoniales ya no se ven como algo vergonzoso y humillante". En algunas comunidades, los jóvenes incluso consideran que engendrar un hijo es un símbolo de prestigio. No obstante, son pocos los que se comprometen a largo plazo a cuidar de sus hijos. Muchos acaban evadiendo su responsabilidad.
Ahora bien, ¿es posible que un joven se libre por completo de las consecuencias de su conducta inmoral? La Biblia señala que no. Advierte: "No se extravíen: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará" (Gálatas 6:7). Como veremos, la inmoralidad sexual suele tener consecuencias que duran toda la vida, tanto para las muchachas como para los muchachos. Los jóvenes evitarán esas dificultades si prestan atención al consejo directo de la Biblia de no envolverse en inmoralidad sexual.
No es tan fácil desentenderse
Cuidar un niño implica hacer grandes sacrificios de tiempo, dinero y libertad personal. El libro Young Unwed Fathers (Padres jóvenes no casados) dice: "Algunos jóvenes no están interesados en ‘cuidar a otra persona’ cuando ello significa privaciones". No obstante, muchos pagan un precio muy alto por su egoísmo. Por ejemplo, la actitud de los tribunales y los legisladores de muchos países es cada vez más desfavorable para con los hombres que no mantienen a sus hijos. Una vez que se ha establecido legalmente la paternidad, al joven padre quizás se le exija, con todo derecho, que pague una pensión durante muchos años. Un sinnúmero de muchachos se han visto forzados a abandonar la escuela o aceptar empleos mal pagados a fin de cumplir con tales obligaciones. "Cuanto menor sea el padre, menos educación recibirá", indica el libro School-Age Pregnancy and Parenthood (El embarazo, la paternidad y la maternidad en edad escolar). Y si este no aporta la ayuda monetaria, quizás acumule enormes deudas.
Por supuesto, no todos los jóvenes son insensibles para con su prole. Muchos empiezan con buenas intenciones. Una encuesta reveló que el 75% de los padres adolescentes visitaron a su hijo en el hospital. Sin embargo, en poco tiempo la mayoría de ellos se sienten abrumados por las responsabilidades que conlleva cuidar un niño.
Muchos descubren que sencillamente no tienen la capacidad ni la experiencia necesarias para conseguir un empleo adecuado. Con el tiempo abandonan sus obligaciones, pues les avergüenza no ser capaces de suministrar la ayuda económica. Sin embargo, el remordimiento puede atormentarlos por años. Un joven padre admite: "A veces me pregunto cómo estará mi hijo. [...] Me molesta haberlo abandonado, pero ya lo perdí. Quizás algún día él me encuentre a mí".
El daño que sufren los hijos
Los padres que evaden su responsabilidad tal vez afronten intensos sentimientos de vergüenza: la vergüenza de haber causado daño a su propio hijo. Al fin y al cabo, la Biblia indica que el hijo necesita a la madre y también al padre (Éxodo 20:12; Proverbios 1:8, 9). Cuando este abandona a su hijo, lo expone a un sinfín de problemas. Un informe del Departamento de Sanidad y Servicios Humanos de Estados Unidos dice: "Los niños que se crían solo con la madre tienden a recibir calificaciones más bajas en las pruebas de aptitud en el uso de la lengua oral y las matemáticas. Los niños de entre siete y diez años de edad que se crían en familias monoparentales suelen tener calificaciones más bajas, más problemas de conducta y más enfermedades crónicas y trastornos psiquiátricos. En el caso de los adolescentes y jóvenes adultos que se crían solamente con la madre, las probabilidades de tener hijos durante este período, abandonar la escuela secundaria, ir a la cárcel o estar desempleados y fuera de la escuela son mayores".
La revista The Atlantic Monthly dice: "Una creciente cantidad de estudios sociales y científicos demuestra que, en lo que toca a diversos aspectos de su bienestar, a los hijos de las familias desbaratadas por el divorcio o por un nacimiento ilegítimo no les va tan bien como a los de familias estables. Los hijos de familias monoparentales tienen seis veces más probabilidades de caer en la pobreza. También hay una gran posibilidad de que permanezcan en ese estado".
Ten presente que el cálculo de estos riesgos se basa en encuestas realizadas entre grupos de personas y no es necesariamente aplicable a cada individuo. Muchos niños han crecido y llegado a ser adultos normales y equilibrados a pesar de que se criaron en familias desfavorecidas. No obstante, los sentimientos de culpa pueden agobiar al joven padre que ha abandonado a su hijo. "Temo que haya [dañado] su vida para siempre", dice un padre soltero (Teenage Fathers).
El reto de colaborar en la crianza
No todos los padres jóvenes les han dado la espalda a sus hijos. Algunos sienten la debida obligación moral para con ellos y sinceramente quieren colaborar en su crianza. Sin embargo, suele ser mucho más fácil decirlo que hacerlo. En primer lugar, puede que el padre soltero tenga pocos derechos legales, lo que permite a la muchacha y a sus padres controlar el grado de contacto que tendrá con su hijo. "Siempre tengo que andar luchando para hacer valer mi derecho a tener voz y voto en las decisiones sobre mi hijo", dice Jim, mencionado al principio del artículo. Por lo tanto, es posible que se tomen decisiones a las que el joven padre se oponga con vehemencia, por ejemplo, dar al hijo en adopción e incluso abortarlo. "Me duele permitir que se lo entreguen a un extraño —se lamenta un joven padre—, pero parece que no me queda otra opción."
Algunos jóvenes están dispuestos a casarse con la madre de su hijo. Es cierto que el matrimonio le ahorrará cierta vergüenza a la chica y permitirá que el niño crezca con ambos padres. Incluso es posible que, a pesar de su mala conducta, la joven pareja se ame de verdad. No obstante, el hecho de que un joven sea capaz de engendrar un hijo no significa en absoluto que tenga la madurez mental y emocional que se requiere para ser esposo y padre, ni tampoco que pueda mantener a una esposa y a un hijo. Los estudios revelan que los matrimonios contraídos precipitadamente por causa de un embarazo son efímeros. De modo que apresurarse a contraer matrimonio no siempre es una solución prudente.
Muchos jóvenes se ofrecen a mantener a sus hijos. Como ya se mencionó, se necesita verdadera determinación para que un padre joven continúe dando sostén a los suyos durante un largo período, quizás por dieciocho años o más. Pero la ayuda económica constante impedirá que la madre y el hijo vivan en la pobreza.
¿Qué puede decirse de compartir la responsabilidad de criar al hijo? Esto quizás sea también todo un reto. A veces los padres temen que los jóvenes vuelvan a tener relaciones sexuales, y por ello tratan de disuadirlos de verse, o incluso se lo prohíben. La chica misma tal vez no quiera que el niño se apegue emocionalmente a un hombre que no es su marido. Sea como fuere, si al padre se le permite visitar a su hijo con regularidad, es prudente que las familias se cercioren de que estén bien acompañados para que no recaigan en conducta impropia.
Como desean acercarse a sus hijos, algunos padres solteros han aprendido a efectuar tareas básicas, como bañar al niño, alimentarlo o leerle. Quizás el muchacho que ha llegado a apreciar las normas bíblicas incluso intente enseñar a su hijo los principios de la Palabra de Dios (Efesios 6:4). Pero aunque no cabe duda de que es mejor que el hijo reciba de su padre algunos cuidados cariñosos que no recibir ninguno, no es lo mismo que tener a su padre todos los días con él. Y si la madre decide casarse algún día, el joven quizás no logre evitar que otro hombre ocupe su lugar en la crianza de su hijo.
Por tanto, es obvio que engendrar un hijo fuera del matrimonio causa mucha angustia, tanto para los padres como para el niño. Además de las preocupaciones normales, también está el peligro de perder el favor de Jehová Dios, quien condena la inmoralidad sexual (1 Tesalonicenses 4:3). Aunque tal vez sea posible hacer frente a una situación desagradable, como el embarazo en la adolescencia, es patente que el mejor derrotero es no envolverse en conducta inmoral. Un padre joven admite: "Una vez que engendras un hijo sin estar casado, tu vida jamás volverá a ser la misma". En realidad, un padre joven quizás tenga que vivir con las consecuencias de su error durante el resto de su vida (Gálatas 6:8). Una vez más queda probada la sabiduría del consejo bíblico: "Huyan de la fornicación" (1 Corintios 6:18).