miércoles, 25 de febrero de 2009

NIÑOS PADRES!!!!!!



"Cuando ella dijo: ‘Voy a tener a tu hijo’, me quedé atónito. ¿Quién lo iba a cuidar? Yo no estaba en condiciones de mantener una familia. Tenía ganas de huir."—Jim.
"TODOS los años —dice un informe del Instituto Alan Guttmacher—, casi un millón de adolescentes [...] quedan embarazadas." Y "el 78% de ellas dan a luz fuera del matrimonio".
En el pasado, los hombres se sentían obligados a responsabilizarse de los niños que engendraban. Pero según el libro Teenage Fathers (Padres adolescentes), "los embarazos extramatrimoniales ya no se ven como algo vergonzoso y humillante". En algunas comunidades, los jóvenes incluso consideran que engendrar un hijo es un símbolo de prestigio. No obstante, son pocos los que se comprometen a largo plazo a cuidar de sus hijos. Muchos acaban evadiendo su responsabilidad.
Ahora bien, ¿es posible que un joven se libre por completo de las consecuencias de su conducta inmoral? La Biblia señala que no. Advierte: "No se extravíen: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará" (Gálatas 6:7). Como veremos, la inmoralidad sexual suele tener consecuencias que duran toda la vida, tanto para las muchachas como para los muchachos. Los jóvenes evitarán esas dificultades si prestan atención al consejo directo de la Biblia de no envolverse en inmoralidad sexual.
No es tan fácil desentenderse
Cuidar un niño implica hacer grandes sacrificios de tiempo, dinero y libertad personal. El libro Young Unwed Fathers (Padres jóvenes no casados) dice: "Algunos jóvenes no están interesados en ‘cuidar a otra persona’ cuando ello significa privaciones". No obstante, muchos pagan un precio muy alto por su egoísmo. Por ejemplo, la actitud de los tribunales y los legisladores de muchos países es cada vez más desfavorable para con los hombres que no mantienen a sus hijos. Una vez que se ha establecido legalmente la paternidad, al joven padre quizás se le exija, con todo derecho, que pague una pensión durante muchos años. Un sinnúmero de muchachos se han visto forzados a abandonar la escuela o aceptar empleos mal pagados a fin de cumplir con tales obligaciones. "Cuanto menor sea el padre, menos educación recibirá", indica el libro School-Age Pregnancy and Parenthood (El embarazo, la paternidad y la maternidad en edad escolar). Y si este no aporta la ayuda monetaria, quizás acumule enormes deudas.
Por supuesto, no todos los jóvenes son insensibles para con su prole. Muchos empiezan con buenas intenciones. Una encuesta reveló que el 75% de los padres adolescentes visitaron a su hijo en el hospital. Sin embargo, en poco tiempo la mayoría de ellos se sienten abrumados por las responsabilidades que conlleva cuidar un niño.
Muchos descubren que sencillamente no tienen la capacidad ni la experiencia necesarias para conseguir un empleo adecuado. Con el tiempo abandonan sus obligaciones, pues les avergüenza no ser capaces de suministrar la ayuda económica. Sin embargo, el remordimiento puede atormentarlos por años. Un joven padre admite: "A veces me pregunto cómo estará mi hijo. [...] Me molesta haberlo abandonado, pero ya lo perdí. Quizás algún día él me encuentre a mí".
El daño que sufren los hijos
Los padres que evaden su responsabilidad tal vez afronten intensos sentimientos de vergüenza: la vergüenza de haber causado daño a su propio hijo. Al fin y al cabo, la Biblia indica que el hijo necesita a la madre y también al padre (Éxodo 20:12; Proverbios 1:8, 9). Cuando este abandona a su hijo, lo expone a un sinfín de problemas. Un informe del Departamento de Sanidad y Servicios Humanos de Estados Unidos dice: "Los niños que se crían solo con la madre tienden a recibir calificaciones más bajas en las pruebas de aptitud en el uso de la lengua oral y las matemáticas. Los niños de entre siete y diez años de edad que se crían en familias monoparentales suelen tener calificaciones más bajas, más problemas de conducta y más enfermedades crónicas y trastornos psiquiátricos. En el caso de los adolescentes y jóvenes adultos que se crían solamente con la madre, las probabilidades de tener hijos durante este período, abandonar la escuela secundaria, ir a la cárcel o estar desempleados y fuera de la escuela son mayores".
La revista The Atlantic Monthly dice: "Una creciente cantidad de estudios sociales y científicos demuestra que, en lo que toca a diversos aspectos de su bienestar, a los hijos de las familias desbaratadas por el divorcio o por un nacimiento ilegítimo no les va tan bien como a los de familias estables. Los hijos de familias monoparentales tienen seis veces más probabilidades de caer en la pobreza. También hay una gran posibilidad de que permanezcan en ese estado".
Ten presente que el cálculo de estos riesgos se basa en encuestas realizadas entre grupos de personas y no es necesariamente aplicable a cada individuo. Muchos niños han crecido y llegado a ser adultos normales y equilibrados a pesar de que se criaron en familias desfavorecidas. No obstante, los sentimientos de culpa pueden agobiar al joven padre que ha abandonado a su hijo. "Temo que haya [dañado] su vida para siempre", dice un padre soltero (Teenage Fathers).
El reto de colaborar en la crianza
No todos los padres jóvenes les han dado la espalda a sus hijos. Algunos sienten la debida obligación moral para con ellos y sinceramente quieren colaborar en su crianza. Sin embargo, suele ser mucho más fácil decirlo que hacerlo. En primer lugar, puede que el padre soltero tenga pocos derechos legales, lo que permite a la muchacha y a sus padres controlar el grado de contacto que tendrá con su hijo. "Siempre tengo que andar luchando para hacer valer mi derecho a tener voz y voto en las decisiones sobre mi hijo", dice Jim, mencionado al principio del artículo. Por lo tanto, es posible que se tomen decisiones a las que el joven padre se oponga con vehemencia, por ejemplo, dar al hijo en adopción e incluso abortarlo. "Me duele permitir que se lo entreguen a un extraño —se lamenta un joven padre—, pero parece que no me queda otra opción."
Algunos jóvenes están dispuestos a casarse con la madre de su hijo. Es cierto que el matrimonio le ahorrará cierta vergüenza a la chica y permitirá que el niño crezca con ambos padres. Incluso es posible que, a pesar de su mala conducta, la joven pareja se ame de verdad. No obstante, el hecho de que un joven sea capaz de engendrar un hijo no significa en absoluto que tenga la madurez mental y emocional que se requiere para ser esposo y padre, ni tampoco que pueda mantener a una esposa y a un hijo. Los estudios revelan que los matrimonios contraídos precipitadamente por causa de un embarazo son efímeros. De modo que apresurarse a contraer matrimonio no siempre es una solución prudente.
Muchos jóvenes se ofrecen a mantener a sus hijos. Como ya se mencionó, se necesita verdadera determinación para que un padre joven continúe dando sostén a los suyos durante un largo período, quizás por dieciocho años o más. Pero la ayuda económica constante impedirá que la madre y el hijo vivan en la pobreza.
¿Qué puede decirse de compartir la responsabilidad de criar al hijo? Esto quizás sea también todo un reto. A veces los padres temen que los jóvenes vuelvan a tener relaciones sexuales, y por ello tratan de disuadirlos de verse, o incluso se lo prohíben. La chica misma tal vez no quiera que el niño se apegue emocionalmente a un hombre que no es su marido. Sea como fuere, si al padre se le permite visitar a su hijo con regularidad, es prudente que las familias se cercioren de que estén bien acompañados para que no recaigan en conducta impropia.
Como desean acercarse a sus hijos, algunos padres solteros han aprendido a efectuar tareas básicas, como bañar al niño, alimentarlo o leerle. Quizás el muchacho que ha llegado a apreciar las normas bíblicas incluso intente enseñar a su hijo los principios de la Palabra de Dios (Efesios 6:4). Pero aunque no cabe duda de que es mejor que el hijo reciba de su padre algunos cuidados cariñosos que no recibir ninguno, no es lo mismo que tener a su padre todos los días con él. Y si la madre decide casarse algún día, el joven quizás no logre evitar que otro hombre ocupe su lugar en la crianza de su hijo.
Por tanto, es obvio que engendrar un hijo fuera del matrimonio causa mucha angustia, tanto para los padres como para el niño. Además de las preocupaciones normales, también está el peligro de perder el favor de Jehová Dios, quien condena la inmoralidad sexual (1 Tesalonicenses 4:3). Aunque tal vez sea posible hacer frente a una situación desagradable, como el embarazo en la adolescencia, es patente que el mejor derrotero es no envolverse en conducta inmoral. Un padre joven admite: "Una vez que engendras un hijo sin estar casado, tu vida jamás volverá a ser la misma". En realidad, un padre joven quizás tenga que vivir con las consecuencias de su error durante el resto de su vida (Gálatas 6:8). Una vez más queda probada la sabiduría del consejo bíblico: "Huyan de la fornicación" (1 Corintios 6:18).

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