viernes, 13 de junio de 2008

Los oficios terrestres...

“La sociedad nos amaba, un poco abstractamente es cierto, pero eso porque nosotros éramos muchos, indiferentes y grises, nuestros padres anónimos y dispersos, y en fin, porque nadie sino ella pagaba por nosotros. Pero el amor existió, y de ahí que las Damas en persona vinieran a celebrar con nosotros el día del Cuerpo de Cristo…”[1] El relato de este cuento tiene todas las notas de la mirada infantil, de una vida en un colegio pupilo, de una realidad no muy normal. Con mandatos de responsabilidad que pocas veces son para niños de esta edad en el ámbito de una familia, pero que en esta época y en este lugar era lo debido. Se llevaba la mejor parte el que era más listo o al que le caía la suerte. “Dashwood estaba gordo. Su último oficio terrestre había consistido en servir durante un mes la mesa de los maestros, que era una mesa poblada y diferente donde pudo - a costa de perder el fútbol después del almuerzo y el recreo después de la cena – devorar monumentales guisos, conocer exóticas salsas y hasta embriagarse a medias con largos y furtivos tragos de vino…”[2]
El cuento relata el camino que hacen los chicos llevando un cajón con los desperdicios de la gran fiesta, la que se hacia una vez al año y de la que ellos disfrutaban por la comida que se servía, en sus cabecitas los pensamientos de dolor, angustia, resentimiento y soledad los inundaban, con ganas de salir de todo aquellos, de aquello que no era vida. “… el pequeño Dashwood no miró siquiera al Gato sino que empezó a alejarse de él y del basural y del colegio. Sin prisa entre los tardíos visitantes de la niebla que un viento repentino disipaba a su alrededor, dejando atrás las apacibles vacas, hacia una franja del cielo que se iba volviendo azul en la distancia….no había ningún camino a la vista pero sabía que se estaba alejando para siempre”
[3]
Un cuento que entre lo poético o novelero tiene arraigada la realidad.

[1] WALSH, Rodolfo, “Los oficios terrestres” en Un kilo de oro, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1987. Pág., 54
[2] Op.citp. Pág. 60
[3] Op.citp. Pág. 67

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