“TRAS la mayoría de los fracasos en el matrimonio hay fracasos en el noviazgo. Ese punto merece claro énfasis.” Eso dijo Paul H. Landis, investigador de asuntos de la vida familiar. La joven Louise puede confirmar la exactitud de esa declaración. Ella explica: “Mi mayor error fue enamorarme de Andy antes de ver la clase de persona que era. Nuestro noviazgo se había limitado mayormente a ocasiones en que estábamos solos. Nunca vi cómo se comportaba fuera de aquellas situaciones ‘ideales’”. El matrimonio de ellos terminó en divorcio. ¿Cuál es la clave para evitar una tragedia como esa? ¡Un noviazgo de éxito!
Antes de concertar citas
“La persona prudente mira bien sus pasos.” (Proverbios 14:15) El que te enamores de alguien a quien casi no conoces es invitar el desastre... aunque esa persona sea atractiva. ¡Puede que termines casándote con alguien de emociones y metas muy diferentes de las tuyas! Por eso, es prudente que primero observes bien su comportamiento en medio de un grupo, quizás mientras ambos estén disfrutando de alguna forma de recreación.
“Sabía que si me acercaba mucho a ella desde el principio, las emociones me nublarían el juicio —explicó Dave, felizmente casado ya por diez años—. Por eso, observé a Rose desde lejos, sin que ella supiera que me interesaba. Podría ver cómo trataba a otros, o si le gustaba coquetear. En conversaciones informales con ella me enteré de sus circunstancias y metas.” También el hablar con alguien que conozca bien a la otra persona ayuda a uno a descubrir qué reputación tiene.
Las primeras citas
Después que hayas decidido quién podría ser el cónyuge apropiado para ti, pudieras acercarte a esa persona y decirle que desearías conocerla mejor. Si ella está de acuerdo, tu primera cita no tiene que ser un acontecimiento elaborado. Tal vez una cita para una comida o hasta el salir juntos como parte de un grupo te permita familiarizarte mejor con la persona, lo cual te ayudaría a decidir si quieres continuar la relación. El mantener la situación en terreno algo informal ayuda a tranquilizar a ambos si al principio se sienten un poco nerviosos. Y al evitar expresiones de compromiso prematuras pueden minimizar los sentimientos de rechazo —o vergüenza— si uno de los dos pierde el interés.
Prescindiendo del tipo de cita que se planee, llega a tiempo, y con ropa nítida y apropiada. Muestra que puedes entablar y mantener una buena conversación. Escucha atentamente. Aunque no hay reglas inflexibles en tales asuntos, el joven querrá seguir las normas locales de los buenos modales. Puede ser el abrirle la puerta a la joven o ayudarla a sentarse. Ella no debe esperar que él la trate como una princesa, sino que debe mostrar modestia y cooperar con los esfuerzos del joven. Al tratarse con respeto el uno al otro, la pareja puede establecer un modelo de acción para el futuro. Al esposo se le manda ‘honrar a su esposa como el vaso más débil’. Y la esposa debe tener “profundo respeto por su esposo”. (1 Pedro 3:7; Efesios 5:33.)
¿Es apropiado tomarse de las manos, besarse o hasta abrazarse?, y si lo es, ¿cuándo? El mostrar afecto, cuando se hace mediante expresiones genuinas de cariño y no con pasión egoísta, puede ser tanto limpio como propio.
Llegar a conocer a “la persona secreta del corazón”
Un grupo que hizo un estudio informó lo siguiente en el número de mayo de 1980 de la revista Journal of Marriage and the Family: “Parece que hay más probabilidades de que un matrimonio sobreviva y prospere cuando cada contrayente posee un conocimiento relativamente completo del ser interno de la otra persona”. Sí, es muy importante que llegues a conocer a “la persona secreta del corazón” de tu compañero o compañera.
Sin embargo, el ‘sacar’ las intenciones del corazón de la otra persona requiere esfuerzo y discernimiento. Por eso, deben planearse actividades que ayuden a ver cómo es realmente la otra persona. Aunque el ir a ver una película o escuchar un concierto pudiera bastar al principio, el participar en actividades que se presten a que haya más conversación (como al salir a patinar, a un juego de bolos o a visitar parques zoológicos, museos o galerías de arte) puede ayudarles a conocerse mejor.
Para saber cómo piensa la otra persona, hazle preguntas francas como: ‘¿Qué haces en tu tiempo libre?’, ‘Si tuvieras suficiente dinero, ¿qué te gustaría hacer?’, ‘¿Si cree en Dios ?’. Estas preguntas permiten un sondeo que te ayudan a descubrir qué le es precioso a la otra persona.
A medida que se profundice la relación entre ustedes dos y consideren más seriamente el matrimonio, más necesario será que hablen con franqueza sobre asuntos importantes: qué cosas valoran sobre otras; dónde y cómo vivirán; asuntos financieros, incluso si ambos tendrán empleo ; si tendrán hijos o los evitarán; conceptos del papel que desempeñará cada uno en el matrimonio; y metas, tanto para el futuro inmediato como para el distante, y cómo piensan alcanzarlas. También es tiempo de revelar ciertos asuntos, quizás del pasado, que pudieran afectar el matrimonio. Estos pudieran ser deudas u otras obligaciones que tengan. También deben considerar francamente asuntos de la salud, como si han padecido de alguna enfermedad grave, y las consecuencias de esta.
No trates de evadir ni encubrir asuntos delicados por temor de poner en aprietos a la otra persona. Beth cometió ese error mientras era novia de John. Le dijo que creía en ahorrar para el futuro y no derrochar el dinero. John le dijo que opinaba igual. Beth no hizo más preguntas sobre el asunto, pues creía que ambos tenían el mismo punto de vista sobre los asuntos financieros. ¡Pero resultó que la idea de John de ahorrar para el futuro era ahorrar para comprarse un nuevo auto deportivo! Lamentablemente, después que se casaron quedó patente que no concordaban en cómo gastar el dinero.
Desacuerdos de ese tipo se pueden evitar. Louise, a quien mencionamos ya, dice lo siguiente al recordar su noviazgo: “Debí haber hecho muchas otras preguntas, como: ‘¿Qué hay si yo quedara embarazada y tú no quisieras un bebé? ¿Qué harías?’. O: ‘Si tuviéramos deudas y yo quisiera quedarme en casa para atender a nuestro hijo, ¿cómo te las arreglarías?’. Habría notado cuidadosamente cómo reaccionaba”. Conversaciones como esas pueden sacar a la superficie cualidades del corazón que deberían conocerse antes de contraer matrimonio.
¡Observa a la otra persona en acción!
“Una persona puede ser muy amable cuando está contigo a solas —explica Esther—. Pero cuando hay otra gente alrededor quizás se vea en una situación inesperada. Puede que uno de tus amigos diga algo que a esa persona no le agrade. Ahora puedes ver cómo actúa bajo presión. ¿Se pondrá a discutir? ¿Responderá con sarcasmo?” Esther llega a esta conclusión: “Fue muy provechoso que estuviéramos en la compañía de amigos y familiares de ambos mientras éramos novios”.
Aparte de la recreación, pasen tiempo trabajando juntos. También, hagan tareas que después llegarán a ser parte de la vida cotidiana matrimonial... comprar alimentos, preparar una comida, lavar los platos y limpiar la casa. Por hallarse juntos tú y la otra persona en circunstancias de la vida real —hasta en momentos en que ella muestre su peor aspecto— podrás ver lo que en verdad hay tras cualquier fachada agradable de la otra persona.
Toma tiempo hacer una evaluación de ese tipo. Por eso, evita un noviazgo apresurado. (Proverbios 21:5.) Generalmente el hombre y la mujer hacen todo esfuerzo posible, cada uno, para ganarse el amor del otro. Cuando se permite que pase tiempo suficiente, los hábitos y las tendencias desagradables se manifiestan de una manera u otra. A la pareja que no solo se da tiempo, sino que también saca el mayor provecho de este, probablemente se le hará más fácil ajustarse al matrimonio. Con los ojos abiertos, emprenderán la vida matrimonial confiando en que podrán resolver los desacuerdos que surjan. Un buen noviazgo los habrá preparado para un matrimonio que tendrá éxito y será feliz.
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